En el largo y apasionante camino de la vida y del saber es necesario cierta "inclinación" o "desviación" que permita moverse en otras direcciones a la establecida por el sistema. Solo así seremos libres para encontrarnos a nosotros mismos y a los demás.
martes, 6 de mayo de 2014
CRUCE DE CAMINOS: FILOSOFÍA Y LITERATURA (I). Homenajeando a García Márquez.
En el camino de la vida y del saber, podemos pasar inadvertidos o por el contrario, “dejar huella”. Esto último es sin duda lo que logró García Márquez en miles de personas con sus maravillosas obras.
A pesar de que son innumerables los homenajes que se le han hecho debido a su reciente fallecimiento, y de que estoy en plena recta final de 2º de BAC (lo que me deja poco tiempo para escribir con calma), no me pude resistir a redactar algo, pues sentía la necesidad imperiosa del que tiene una deuda pendiente y se le acaba el plazo.
Yo no entendía, hace ya más de veinte años, de géneros literarios ni de “realismo mágico”, lo único que sabía era que cuando leí “Cien años de Soledad” descubrí un mundo nuevo, sorprendente, distinto a todo lo que conocía, que me transportaba a una especie de ilusión o fantasía tan reales que me hacían devorar cada línea. Se trataba de un mundo de ensueño en el que todo era posible, los espíritus convivían con los vivos y los muertos resucitaban…
Una vez, en una entrevista, García Márquez dijo que "el novelista puede inventar todo siempre que sea capaz de hacerlo creer”; ¡pues él sin duda lo consiguió! Su habilidad magistral con las palabras lleva a que no haga falta “ver” con los ojos del cuerpo, ya que “vemos” con los del alma.
Relacionándolo con la Filosofía, hay que decir que en “Cien años de soledad” se aprecia una visión mística de la vida en la que entran en juego disciplinas como la Filosofía y la Ciencia oculta o la alquimia… pues sus personajes principales, Melquíades, José Arcadio Buendía y el último Aureliano creían en ellas.
El primero de ellos, Melquíades, escribe un mensaje cifrado a modo de profecía que describe la historia del pueblo de Macondo y que debe ser descifrado. Regala un pequeño laboratorio de alquimia a José Arcadio, fundador de Macondo, quien intenta fabricar la piedra filosofal a través del calentamiento de los metales, para alcanzar la purificación del ser humano. Gracias a la transmutación del plomo al oro, y relacionando cada metal con un signo del zodíaco, pretende desvelar los misterios de la vida y del ser humano.
Precisamente la Filosofía responde en cierta medida a un intento de descifrar los designios de la vida y del destino.
Pero mi intención al escribir este post no es el de realizar un análisis detallado ni un comentario filosófico minucioso de la obra, sino simplemente rendir honor a un gran talento e invitar a los/las jóvenes a que lean su obra. Imagino que lo primero en lo que estáis pensando es en la extensión y que los comentarios son: ¡Es un tocho!, ¡uf, menudo rollo!, pero creedme, “lo bueno si es breve, no es dos veces bueno”, pues si disfrutas lo que lees, por un lado ansías el final, pero cuando llega te produce una especie de plenitud y de vacío a la vez, ¡y entonces deseas no haberlo acabado!
Por eso, desde aquí os animo a que probéis la experiencia. ¡Creedme que vale la pena!
Para acabar y no ser yo la que se enrolla, simplemente citar unas palabras de la preciosa carta de despedida de GARCÍA MÁRQUEZ: “la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido”. ¡Sin duda entonces él no ha muerto, pues nunca le olvidaremos los que con él tanto aprendimos! Por otra parte, nos pide: “siempre di lo que sientes y haz lo que piensas” y eso es lo que hago yo ahora mismo con este modesto post!!Por eso, no puedo dejar de nombrar a mi querida profesora en el Instituto, Isabel Orensanz, quien con su contagiosa pasión me ayudó a descubrir cuando era tan solo una jovencita el maravilloso mundo de la literatura. Gracias Isabel.
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Leyendo tu comentario de ese genio llamado Gabriel García Márquez y cuanto más conozco sobre la vida de Einstein más cuenta me doy de que nuestro método de enseñanza falla. Para este último la acumulación de material no debe asfixiar la independencia de los estudiantes. La ventaja de una sociedad no vendrá de lo bien que enseñemos la multiplicación y las tablas periódicas, sino de lo bien que se sepa estimular la imaginación y la creatividad. Einstein era un rebelde que respetaba la armonía de la naturaleza, que tenía la mezcla exacta de imaginación y sabiduría para transformar nuestra comprensión del universo. Estos rasgos son vitales en este nuevo siglo de globalización en el que nuestro éxito dependerá de la creatividad de los jóvenes que formamos.
ResponderEliminarElvira Fernández
Profesora de Química
Colegio Plurilingüe San Jose
¡Gracias a ti, Mónica! En mi Facebook puedes ver que también yo os recordé con mucho cariño a raíz de la muerte de Gabo, como tantas otras veces.
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