domingo, 17 de abril de 2016

ASOMBRO Y FILOSOFÍA

En esta “parada en el camino” me gustaría reflexionar sobre la importancia del asombro para la vida humana y la necesidad de la filosofía como saber que protege dicha capacidad de asombro. Y digo “protege”, pues considero que se trata de un mecanismo natural que “traemos” y que se va perdiendo por la influencia del medio social en el que vivimos. Dicho “mecanismo” nos hace progresar, pues tras el desconcierto inicial genera interés e ilusión, llevándonos a querer saber aquello que desconocemos, por lo que no deberíamos perderlo nunca.
Mientras en los primeros años de vida observamos como los niños se entusiasman por casi todo lo que ven a su alrededor (pues están aún descubriendo el apasionante mundo que les rodea), en la juventud nos encontramos ya con adolescentes que se han dejado esta capacidad por el camino, creyendo haber visto todo o casi todo, lo que les lleva a la desidia y apatía ante lo que les rodea. No sé si se deberá al frenético mundo en el que vivimos, al bombardeo continuo de noticias al que estamos expuestos o a una simple cuestión de imagen en una edad en la que aparentar importa mucho, pero la cuestión es que cada vez son más los jóvenes que pierden la capacidad de maravillarse ante la realidad, y por tanto, de hacerse preguntas sobre ella.
Esta pérdida se acrecienta a medida que avanza la edad, de modo que muchos adultos viven absortos en la cotidianeidad sin plantearse nada sobre lo que les ocurre a ellos y a su entorno. Esa vida inconsciente y superficial, a diferencia de lo que piensan algunos, produce insatisfacción e infelicidad, además de generar ciudadanos acríticos, pasivos e indiferentes al mundo.
Por eso, desde aquí aprovecho para defender nuevamente la presencia de la Filosofía en las aulas, por ser un saber que contribuye a mantener el asombro en nuestros jóvenes, “descolocándolos” con preguntas radicales necesarias para progresar satisfactoriamente en este camino que es la vida y el saber.
Como son muchas las citas de intelectuales (filósofos, escritores, científicos…) que podéis encontrar sobre el asombro, simplemente comparto con vosotros en esta breve parada reflexiva un sencillo poema personal.

Me asombro…

Me asombra la Naturaleza,
arte del Universo,
por su energía y belleza,
su magnetismo y pureza
que no tienen fin.

Me asombra la ignorancia en el mundo,
la desidia en la gente,
la indiferencia de muchos
y la codicia de algunos,
que no tiene fin.

Me asombra la vida,
que con peripecias,
provoca sonrisas,
y también pesadillas,
que no tienen fin.

Me asombra mi espíritu
al que el devenir
no resta su ímpetu.
Me asombra mi asombro,
que no tiene fin…


Mónica Méndez

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