martes, 7 de abril de 2020

NUEVOS TEXTOS PARA PRACTICAR

Después de los ejemplos hechos en la entrada anterior, os propongo otros nuevos para practicar.

TEXTO 1
No son sino vanas presunciones los juicios de la gente sobre los dioses, de donde hacen derivar los mayores daños y beneficios (...). Te acostumbra a considerar que la muerte no es nada para nosotros, pues todo bien y todo mal están en la sensación y la muerte es pérdida de la sensación (...). Así, pues, el más estremecedor de los males, la muerte, no es nada, ya que mientras nosotros existimos, la muerte no está presente y cuando la muerte está presente, entonces nosotros no existimos. No existe, pues, ni para los vivos ni para los muertos, ya que para aquellos aún no es y estos ya no son. Pero la gente huye unas veces de la muerte como del mayor de los males, y rec!la ama otras veces como descanso de los males de su vida (...).
Hay que calcular entre los deseos, unos son naturales y otros vanos. Y de los naturales, unos son necesarios y otros solo naturales. Y de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma. Una recta visión de estos deseos sabe, pues, referir a la salud del cuerpo y a la imperturbabilidad del alma toda elección o rechazo, pues esta es la consumación de la vida feliz.
Cuando afirmamos que el placer es un fin, no nos referimos para nada a los placeres disolutos y sensuales, como dicen los que no conocen la nasa doctrina, los que están en desacuerdo con ella, o los que en los malinterpretan. El placer al que nos referimos se caracteriza por la ausencia del sufrimiento corporal (aponía) y por la paz del alma (ataraxía).
Epicuro, Carta a Meneceo.

TEXTO 2
Entendí que el pluralismo moral consiste en la convivencia de las distintas “éticas de máximos”, distintas propuestas de vida feliz, que pueden hacer convivir precisamente porque comparten unos valores y principios de justicia, unos mínimos de justicia (una “ética mínima”), por debajo de los que no se puede descender sin caer bajo mínimos de humanidad. La “fórmula mágica del pluralismo moral” consistiría entonces en “compartir unos mínimos de justicia y respetar activamente unos máximos de felicidad y de sentido”. Las sociedades moralmente pluralistas, entonces, se sitúan más allá del monismo moral y del politeísmo moral. El monismo moral consiste en creer que existe un único código moral, una única propuesta de felicidad, que debe imponerse a todos los ciudadanos porque es la verdadera. El politeísmo moral consiste en el extremo contrario, en considerar que los distintos códigos morales son hasta tal punto diferentes que es imposible que dialoguen entre ellos y encuentren valores y principios compartidos.
Cortina, A.: Democracia, participación y ciudadanía, Alianza Editorial, Madrid, 1997. [Adaptación]

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